Becarios

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Forges | El País 2014

1 de julio. Huele a verano. Cañas. Terrazas. Festivales. Coches que abrasan y canciones que vuelven a la cabeza, como Summer of 69, que recuerdan que hay períodos estivales que se inmortalizan en la memoria. También algún que otro atardecer y muchos becarios. Los que comienzan a serlo en el verano y los que siguen siéndolo una eternidad después: cuando las terrazas ya solo atraen a los fumadores y el sol se oculta antes de que concluya la jornada laboral. Son los supervivientes. Los que tan bien retrataba Forges en sus viñetas: el adjunto al sustituto del eventual. Una nueva forma de jerarquizar. Becarios con la suficiente responsabilidad para que Pedrerol exigiese en antena “al equipo habitual”. Pero, es que, muchas veces, ya lo son, no hay otro en su lugar.

Verano y becarios. Es una asociación inmediata. Serás becario para, después, convertirte en otra cosa. Surgen dos problemas. Después es una cantidad indeterminada de tiempo que se debería matizar. “Al final te jubilas como becario”. Las cosas, mejor con humor. La broma en la Banda Municipal de Música de Palencia pudo hacerse realidad: se mantenía con becarios de entre cuarenta y sesenta años, que terminaron por acudir a la vía judicial. Distintos vínculos laborales, mismo progreso. Hay también una línea muy fina, como la del bien y el mal, que cada uno pone donde quiere, o le conviene. ¿Becarios como vía de acceso al mercado o como sustitución de un puesto? ¿Oportunidad o abuso?

La ficticia carta de un becario a su director creativo, en lo que podría ser la crónica de una renuncia anunciada, por inevitable, deja frases tajantes: “Mis padres son los que me pagan el sueldo que tú te niegas a darme” oResulta que fui al Mercadona y quise pagar con experiencia y me dijeron que no la aceptaban” ya hace un par de años que se hicieron virales en la redes sociales. La ilusión transformada en frustración. Es el paso del tiempo. Continúa habiendo muchos después acumulados y cada vez es más difícil saber cuánto se tarda en adquirir experiencia. Habrá quien diga convencido que aprendemos durante toda nuestra existencia.

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3 comentarios sobre “Becarios

  1. Ese método de muchas empresas..generalmente grandes…de cubrir los puestos de trabajo con una sucesión permanente de becarios o sistemas similares nunca fue razonable, pero pudo comprenderse en lo peor de la crisis. La persistencia de ese sistema actualmente es intolerable y debe erradicarse de raíz. No se trata de que la empresa no pueda exigir un contrato en prácticas previo, lo que no puede ser es que se convierta en un sistema permanente de cubrir puestos de trabajo.

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  2. Este es el futuro de nuestros hijos en nuestro país. Comienzan su primer puesto de trabajo con ilusión y la beca les puede servir para adquirir experiencia. Lo malo viene después, cuando se dan cuenta de que finalizado el periodo, sólo como becarios pueden continuar accediendo a los puestos de trabajo y ello porque las empresas, secundadas por el Estado, han encontrado una mano de obra barata. Es la nueva modalidad de «contrato de trabajo» que se ha convertido en usual y que provoca una inestabilidad perpetua en los empleados. Triste y vergonzoso. Los jóvenes si quieren vivir dignamente deben hacer las maletas y emigrar a países en los que se valore la profesionalidad.

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  3. Pasar por unas prácticas es un peaje, casi ineludible para acceder a un primer empleo. Una beca supone para la empresa mano de obra barata y entusiasta, lo que debería ser formación y acompañamiento se convierte en una contratación low-cost.
    Es una situación generalizada de explotación, cubriendo puestos de trabajo en un fraude de ley que abarata costes y merma la formación y que nos hace reflexionar sobre el nivel de compromiso y ética de las empresas de este país y de los gobiernos que los apoyan.

    En un tiempo no muy lejano, la profesión se obtenía en la empresa familiar, cuyo compromiso con la sociedad y con las personas hacia que mantuviesen el empleo casi de por vida, al no ser empresas especulativas como la política empresarial actual.

    La cuestión quizás radica en la insuficiente formación de los equipos directivos y ejecutivos del tejido industrial español, más proclive a los grandes beneficios, aún a costa de la baja calidad del servicio prestado por la escasa cualificación y experiencia del trabajador, que se seguirá repitiendo al comienzo de beca a beca.

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