El valor de la prudencia

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Hay conversaciones que retomamos cada cierto tiempo para darles nuevos matices. Debates que la actualidad sirve en bandeja para acompañar la sobremesa y redescubrir que hay tantos puntos de vista como versiones. El problema, como dice una buena compañera, es de dónde salen. Otra periodista a la que admiro, cada vez que se abre una encrucijada, tiende el mejor de los consejos: es preferible quedarse un paso por detrás que uno por delante si corres el riesgo de pillarte los dedos. El tema recurrente no es otro que la prudencia. Como informador, sí, pero también como personas dispuestas a emitir juicios de valor.

La noticia que vuelve a traer a mi cabeza la controversia que genera la prudencia es el fallecimiento de una niña de casi dos años en el interior de un coche después de que su padre olvidase haberla dejado allí. Un terrible descuido, según apuntan por el momento las pesquisas policiales, seguro que mucho mejor informadas que esta que escribe o cualquiera de las personas que apenas leyeron los titulares para ponerle mil etiquetas al padre en las redes sociales: olvidando que cuando nos apresuramos a juzgar tendemos a errar. Cualquier coincidencia posterior acostumbra a ser casualidad.

La prudencia es, en el cristianismo, una de las cuatro virtudes cardinales, de las cuales derivan todas las demás. Es moderación al actuar o al hablar. No se trata de omitir una opinión, bendita libertad de expresión, sino de ejercerla con conocimiento y mesura: evaluando las consecuencias de los mensajes que, como en este caso, van dirigidos a personas concretas, que nos lo parezca o no, pueden estar sufriendo una auténtica tragedia. Leídos múltiples comentarios lo veo claro. Hay veces que no basta con quedarse un paso por detrás: qué bueno puede llegar a ser el silencio si uno no está dispuesto a profundizar en lo que juzga.

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7 comentarios sobre “El valor de la prudencia

  1. Hay mucha gente que se precipita y dice cosas de las que luego se arrepiente, hay que pensarse dos veces las cosas antes de decirlas porque cualquiera puede llegar a situaciones difíciles y no merece que le juzguen. Solo merece ser juzgado aquel que hace algo premeditado y no muestra ningún signo de arrepentimiento

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  2. Imagino que siempre ha ocurrido; pero en esta sociedad «líquida» en la que vivimos, cualquiera se erige juez con total desconocimiento de causa.
    Soy fiel seguidora de la prudencia, la cual me ha abierto más puertas y me ha permitido conocer mejor a las personas, que cualquier juicio apresurado.
    Excelente reflexión Marina ..como siempre.

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    1. Muchas gracias!! Hay una frase de Séneca que describe a las perfección esas puertas que abre la prudencia: “El que es prudende es moderado; el que es moderado es constante; el que es constante es imperturbable; el que es imperturbable vive sin tristeza; el que vive sin tristeza es feliz; luego el prudente es feliz”. Y eso es, al final, lo que queremos todos

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  3. Totalmente de acuerdo. En estos tiempos en los que abundan los nuevos torquemadas o los profetas del pensamiento único, que desde el medio de comunicación, desde su asociación tan politicamente correcta, o desde cualquier otra plataforma juzgan,ejecutan, y liquidan(como en las películas de vaqueros) a quienes no piensan o actúan como ellos que representan el pensamiento de moda.
    Estos nuevos torquemadas no tienen inconveniente en destruir la vida de quien no entra en su sistema, sin importarle si hay pruebas, y desde luego sin oirlo. Aún en el supuesto de que el «enemigo» sea culpable de algo grave (ejemplo la manada) se le castiga al más absoluto ostracismo y se le priva de cualquier derecho como un apestado, sin importarle que dichas personas también gozan de derechos. Lo peor de todo es que estos torquemadas presumen todo el día de garatistas y de defensores de los derechos y dignidad humana.

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  4. Tendemos a juzgar demasiado pronto, con ligereza, y somos implacables a la hora de emitir no ya una opinión,sino un veredicto. Parece que nuestra vida no es interesante y por ello juzgamos la de los demás,aunque no contrastemos los hechos.Las críticas están bien siempre que estén fundamentadas y tengan por objeto algo más que un simple » marujeo»,que parece que es lo que se estila hoy en día (basta con observar que los programas con más éxito son los de cotilleo)
    Si queremos evitar dañar imprudentemente, debiéramos reflexionar antes de emitir una opinion

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