Fue el pasado viernes. Una amiga, en horario laboral, me escribió un whatsapp para charlar un rato y matar el tiempo muerto. Unas horas después quería todo lo contrario: detenerlo. No podía avanzar en sus tareas hasta recibir la documentación que había solicitado por email y que llegó unos minutos antes de que el reloj marcase la hora en que el día le comenzaba a pertenecer. Era urgente. Esa cualidad que se aferra a una fecha límite para trastocar las prioridades. “Pasamos de cero a mil”, dijo. Me quedé con la respuesta en la boca.
Desconozco cuáles son los plazos en los que se mueve mi amiga porque no volví a tener noticias de ella. O continúa trabajando o el fin de semana le está resultando entretenido. Más le vale que lo primero. Sí sé, en cambio, que el Parlamento español debería haber aprobado la ley hipotecaria antes del 21 de marzo de 2016. Digo debería porque, bien avanzado 2018, el proyecto ley aprobado en Consejo de Ministros en tiempos de Mariano Rajoy todavía tiene que pasearse por el Congreso y el Senado y superar todos los trámites correspondientes. No es que se atascase, para eso primero hay que empezar a moverse: ese paso inicial se produjo en noviembre de 2017, unos meses después de que la Comisión Europea pidiese al Tribunal de Justicia de la UE que impusiera a España una multa de 105.991 euros por cada día de retraso. Y, son muchos días.
Si echamos la vista atrás, a cuando debería haberse aprobado la norma que establezca las reglas que regirán la contratación de hipotecas en los próximos años, nos encontramos un camino convulso. Un Gobierno en funciones. La moción de censura, con un nuevo inquilino en La Moncloa. Cataluña. Una travesía llena de trabas, como la vida misma, a la que hay que sumarle la paja en el ojo ajeno, esa misma que ahora tiene forma de másteres y tesis y no da tregua, y que sin dejar de ser importante no permite ver lo urgente.
Desconozco la penalización a la que se enfrenta mi amiga. Mientras escribo, continúo sin tener noticias de ella. Pero, si el tribunal termina por condenar a España con efecto desde el incumplimiento la cifra a desembolsar alcanzaría ya los cien millones de euros. Puede parecerlo todo para mí y nada para papá Estado, pero es casi una cuarta parte de lo que se invertirá este año en acceso a la vivienda y fomento de la edificación en esos presupuestos que también costó echar a andar. Pactar, ¡qué gran dificultad! Hay otras quince directivas comunitarias pendientes y que se suman a una ley que, en su espíritu, busca aumentar la transparencia y la seguridad jurídica de los consumidores y de las entidades para evitar que se produzcan abusos como los de las cláusulas suelo.
Parece que, además de urgente, también es importante. Pero, el tiempo no se detiene para nadie: es hora de pasar de cero a mil.
Salvo alguna excepción un médico no va a lucirse..va a curar…un profesor no va a presumir va a enseñar…un juez no va a alardear de mando va a resolver cuestiones…y así podría decirse de muchas otras profesiones.
Entonces cabe preguntarse por qué los profesionales que tienen que resover los problemas de todos los anteriores se dedican a tirarse los tratos unos a los otros y no cumplen con su cometido.
La respuesta es complicada
..pero podría tratarse de que no elegimos a los más aptos ni ética ni profesionalmente?.
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El embrión de la nueva ley hipotecaria (sin aprobar desde el 2016 ),
también, ha sido víctima de este sistema político perverso. Víctima por
la herencia de un pasado, en donde regían políticas de gastos
desastrosos, elaboradas por gobiernos corruptos que acudieron, en
distintos momentos de la historia, al regazo de la banca para taponar
los agujeros por malversar fondos públicos. Y llegada la coyuntura,
recuerdan, estos paladines de la usura , los favores hechos, pidiendo
tributo al estado, como auténticos mafiosos, sin importar bandera. Aún
así, la Comisión Europea no es ejemplo por imponer y aplicar normas
justas e imparciales, no obstante, la posible multa asignada al Reino
de España, al gobierno le importa una flauta, ya que, la misma será
pagada por todos e incluso, por Europa ( a través de nuevos créditos
solicitados al BCE
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Desidia y negligencia son los calificativos que me vienen a la cabeza cuando se trata de este tema. Se han promulgado otras leyes de menos envergadura, y, sin embargo, ésta que lleva consigo una multa diaria no sale a la luz. Una ley que de promulgarse no sólo evitaría que se continuase generando una deuda que afecta a todos, sino que resolvería muchos de los problemas con los que se están encontrando las personas que han solicitado créditos para su vivienda y que se han visto obligados a aceptar los intereses usurarios o cláusulas que de ningún modo se podían negociar y que sólo favorecen a una de las partes: la Banca.
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